El Contrato

EL CONTRATO.

La escandalosa conducta sexual de la joven y bella Lorena de Jormans estaba amenazando la conquista de un gran contrato de publicidad por 600 millones de dólares. El anciano señor Jormans, presidente de ACA Publicidad, les anunció a sus ejecutivos que habían sido seleccionados como candidatos para optar por la cuenta de la transnacional Cosmetic’s Lubriff para el mercado de América Latina.

La noticia fue una sorpresa, había llegado el momento del crecimiento empresarial y de la promoción profesional para muchos. Pero de inmediato se desató el terror y la intriga, porque la joven y exuberante Lorena de Jormans, la femme fatale, no solo esposa del anciano presidente sino también una importante ejecutiva, podría hacer fracasar la consecución del contrato por su ninfomanía y erotismo desmedido, pues el dueño de la cuenta, el señor Iván Lubriff, era un hombre puritano y moralista que no arriesgaría su empresa y su fortuna si percibía que detrás del concurso se escondía alguna estratagema sexual.

Durante una asamblea de la compañía, Jormans les dice a sus ejecutivos que, para competir por el contrato, el dueño de la cuenta, el puritano señor Iván Lubriff, ha exigido tratar “únicamente con un solo y único interlocutor que represente a la empresa ACA”, quien tendrá que ser seleccionado dentro de su plantel de ejecutivos para que interactúe con él durante el tiempo necesario y sin agendas previas, y que, como resultado de esa interlocución, él decidirá el destino de la cuenta. De tener éxito en su trabajo, ACA obtendrá el contrato y el interlocutor recibirá un porcentaje de los beneficios que dicha cuenta genere.

Los árbitros con la difícil tarea de hacer una escogencia exitosa fueron el anciano presidente, esposo de la sensual Lorena, y el vicepresidente de ACA. Postulados los candidatos, la competencia llega a ser tan destructiva que muchos aspirantes desisten por sentirse espiados y hasta extorsionados ya que una empresa publicitaria de la competencia penetra en la privacidad y en la intimidad sexual de las

personas de ACA, generando un ambiente amenazador para que los mejores contendientes desistan de su postulación.

El amor bueno y el amor cuestionable, el uso del sexo, la sexualidad desmedida, la conspiración, la desesperación y el chantaje sexual se hacen parte medular de la historia, así como la violación de la privacidad, el espionaje electrónico y telefónico, la descalificación personal y hasta la calumnia subrepticia, que son armas esgrimidas por los ejecutivos que compiten por liderar la consecución de la cuenta.

Pero la guerra es tan intensa que, cuando ya se ha elegido al representante e iniciado la interlocución, las hostilidades no cesan. Las miserias personales de algunos pasan a ser del dominio de muchos; la reprobable y escandalosa sexualidad de Lorena de Jormans llega a ser el arma principal usada por la competencia para hacer fracasar el ansiado ideal de conseguir el contrato de Cosmetic’s Lubriff.

Las posturas personales, los defectos y las virtudes de los actores conducen a un final matizado de vivencias intensas, al principio perturbadoras, al final conmovedoras e inesperadas.

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