Comentario a la novela “El Mar Profundo” de J.E. Chejin.
A: Editorial Panapo Venezuela.
Por: Duilio Medero.
La investigación realizada por un psiquiatra español en torno a la regresión inducida, el hallazgo de un extraño caso y el tema de la reencarnación constituyen el tema central de esta novela. Un profesional enfrentado a las creencias convencionales y los prejuicios, persuadido de una situación “visionaria de otra verdad”, va explorando el poder del recuerdo en una paciente excepcional.
Esta obra. El Mar Profundo, de J.E. Chejin, recoge una amplia y bien detallada trama de situaciones vertidas en un relato bien concebido, hábilmente ejecutado y rebosante de suspenso. De hecho, está constituida por varias historias imbricadas, en las que confluyen varios tiempos narrativos y una diversidad de personajes cada uno participe de un tejido de acciones, cuya retribución va desenvolviéndose tras la búsqueda del sentido de la vida humana, ha partir de un interrogante hacia el cual la humanidad ha ensayado universalmente todas las aproximaciones, desde los más remotos confines del mundo y el tiempo. En este caso, una joven comienza un proceso de perturbadores recuerdo basados en hechos que parecieran ir más allá de su presente existencia, la consiguiente terapia e investigación psiquiátrica a que da lugar, nos coloca en el sendero de aquellos enigmas mencionados.
El lector se moverá por entre una estructura constituida por un área de penumbra en la que la historia de vida personal saca a relucir contenidos, huellas en el psiquismo profundo, elementos de perturbación que obligan a remontarse a las fuentes, más allá de la conciencia, hacia la resolución de conflictos internos que ciertamente no dejan de estar presentes en las páginas de la patología mental y sobre los cuales la tradición médica aún no ha podido decir con propiedad la última palabra, ni ningún área del conocimiento podría afanarse en descifrar. Aquí reside un alerta: el poder de la terapia y el reajuste a lo que un contexto social puede definir como normalidad posee sus riesgos, en su práctica pueden asechar toda especie de manipulaciones. Con su destreza para examinar aristas temáticas, también el autor hace intervenir otros elementos igualmente difusos sobre los cuales presenta posibilidades a cerca de participantes y hechos acaecidos en relación al ambiente de Cristóbal Colón y otros contemporáneos en el lapso de 1492-93 y años sucesivos. El resultado es una novela de una complejidad y alcances notables, con carácter simultáneamente histórico y cargada de los conflictos, miserias y proezas que las pasiones humanas pueden desatar en cualquier tiempo y lugar.
Aunque la acción transcurre, inicialmente, en una universidad española, sus desencadenantes y conexiones pronto se extienden por varios escenarios y épocas, desde la España Renacentista, la Alemania de 1os 40, y hasta nexos actuales con América y la India. A propósito de tal cobertura, hay que resaltar que la prolijidad de datos ambientales, geográficos, instrumentales, entre otros, que imprime Chejin en esta su segunda novela, lo afianzan como un investigador cabal, que documenta su concepción y escritura, dotándolas así de una alta dosis de verosimilitud.
A lo largo de una muy bien contada y sustentada narración, se van desgranando elementos que van creando una honda necesidad emocional e intelectiva en el lector. Lo primero, por una trama en la que los acontecimientos se van implicando mutuamente, se va así descomponiendo una sucesión de hechos en la que surge de modo natural el efecto de vivir las situaciones, de querer arribar a los variados desenlaces con que los personajes van trajinando su respectiva actuación en una gran historia que por momentos se torna en extremo emocionante, y luego se sosiega para que el pensamiento se recoja y otee en los enigmas. El segundo aspecto, esto es, lo intelectivo, está referido a que al estar abocados al despeje de un problema vivencial en el plano psiquiátrico y espiritual, se abren las puertas para recorrer los distintos caminos relacionados con el problema de la finitud humana, la reencarnación, la trascendencia, los fenómenos de la fe religiosa y el angustioso enigma de la muerte. Por ello el lector quedará inmerso tanto en discusiones sobre psicología, religión, métodos de investigación y pesquisas de todo género; asimismo, se hallará entre pasiones con desenlaces imposibles de predecir. En todo ello el autor ha vertido un gran realismo y lujo de detalles, que sólo en muy algunas circunstancias podrían presentar algunas imprecisiones al ojo experto, pero que en esencia dejan incólume la calidad del texto. Además, y esto es un rasgo privilegiado de la novela, el autor ha creado un clima de factibilidades, ha entretejido un intenso juego de argumentos y contra-argumentos, sus personajes van desatando acciones y reacciones, en un caudal polimórfico donde unos harán maniobras de toda especie para impedir el predominio de la verdad; otros, para hacerla prevalecer.
De igual manera, al participar actores de peso histórico, como los navegantes del período colombino; al intervenir investigadores científicos contemporáneos, con sus intereses, pasiones, cuitas; al darse confrontaciones entre propiciadores y detractores, perseguidores y fugitivos; al alcanzarse el clímax de la desesperación o el desahogo; en las palabras del místico en torno al problema de la ignorancia y la ilusión, —el avidya de los hindúes— o el amor y sufrimiento de los seres, entonces se manifiestan en estas páginas las más suculentas y agudas discusiones cognoscitivas, las aventuras concurren de la mano de interesantes temas técnicos, históricos, testimoniales, detalles antropológicos, artísticos, todo en un fluir incitativo y ameno, sin agobios para el lector, y que tienen el mérito de irlo sumergiendo en pos de entender plenamente un complejo fenómeno universal que ha desafiado el ingenio y la razón humana desde los más remotos tiempos: ¿qué puede haber luego de la muerte? En este sentido, si alguien alegara de entrada algún rechazo por presumir un encuadre metafísico en el texto, sería más bien prejuicio. Pues sólo a fuerza de hipocresía y merced a una alta dosis de fingimiento, podría no darse alguien por aludido ante la aterradora fugacidad de toda vida humana y el misterio de la muerte, o pretender desinterés por los temas que esta novela plantea. El autor ha sido consciente de ello y ha presentado una estrategia narrativa más bien discreta, dejando que los personajes y los hechos se desenvuelvan sin forzamientos, sin afanes de convencer, pero a la par irresistibles en su poder de captación.
El tema es ideal para aproximaciones como la aquí realizada. El montaje narrativo recoge con suma habilidad los elementos literarios, filosóficos, emocionales para un abordaje que de antemano se intuye que no puede pretender a un veredicto concluyente. Cada quien en su interioridad, y sólo por sí mismo ha de hallar las grandes respuestas de la existencia. Y para que lo constatemos, el autor ha recurrido a sus mejores recursos, pudiendo hacer hincapié en que uno de los más idóneos al que acude es la naturalidad, en el lenguaje de la narración, en lo plausible de los hechos e interpretaciones, todo con un buen sentido progresivo. La forma gradual de presentación de los hechos acentúa dicha naturalidad, aunado a la falta de una acción lineal.
He aquí entonces una novela en el mejor sentido del término, plena para disfrutar, intensa para interpretarla, efectiva para incitar.
Lic. Duilio Medero.
Caracas, 15 de julio de 2006.
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